viernes, 13 de diciembre de 2013

de la famosa entrega de Historias basadas en hechos reales pero no tanto: El escritorio de H.

H. tenía un problema que compartimos la mitad  de los seres humanos, y es que no tiran nada, lo guardan todo, guardar es un decir , simplemente, la cosa, el objeto se queda ahí, encima de la mesa,en el frutero, en el borde del sofá. Ahí, donde sea. Así que, una tarde de aburrimiento, decidió poner un poco de orden en el tsunami de cosas que formaba  su escritorio. Su escritorio consistía básicamente en una tabla de madera llena de cosas. En realidad, la decisión de hacer orden no había sido suya inicialmente, sino que había sido manipulado sutilmente por su mujer cuando le preguntó "¿porqué no limpias tu escritorio de una maldita vez?". Al detenerse frente a su escritorio, cogió el primer objeto, un mechero, blanco con el escudo de un equipo de fútbol, regalo de un viejo amigo del instituto, claro, no lo voy a tirar,pensó, porque es un recuerdo, recuerdo ¿de qué? H. ya no se acordaba pero el mechero tenía algún extraño significado muy valioso para él. Como el montón de cables enredados y cargadores de móviles, y enchufes, alargadores y móviles viejos y tarjetas uvehachenosequé, seguro que lo voy a necesitar algún día, pensó una vez más.Como ese otro objeto indescriptible para el ojo humano, no sabía ni qué era ni cómo había llegado ahí, pero por si acaso, lo dejo ahí no sea que algún día alguien me pregunte por él, decidió H. una vez más.
Como el payasito de plástico de aquella vez cuando comimos con el peque en ese famoso restaurante donde comen los yanquis...no lo voy a tirar, pensó,porque me lo regaló el peque, y bueno, el peque ya va a la universidad, pero aun así...Y así pasó la tarde H. intentando recordar el porqué de las cosas, el significado de la vida, el sentido mismo de su propia existencia, aprovechó para regar el cactus de la repisa, pasar el dedo por el borde mismo de la repisa espantando así algunas pelusas que no deberían estar ahi, los objetos inanimados de su propio escritorio lo miraban expectantes como si preguntaran ¿me vas a tirar o me vas a guardar hasta el fin de los días? entre ellas, una botella de plástico cortada por la mitad con el propósito de..bueno, con algún determinado propósito que se le escapaba en ese momento ¿para qué sirve una botella de plástico partida por la mitad?. Finalmente decidió que todo objeto tiene un significado aunque no tenga ninguna utilidad, y así, satisfecho consigo mismo, apagó la luz, y salió de la habitación. Fin.

7 comentarios:

  1. Genial Nico, me encantan los cuentos cortisimos, y tienes la facultad de transformarme en algunos segundos en H, aunque yo sea de las que tira todo,..igual me senti parte de su problema..

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    1. gracias, tía, todos somos un poquito H.aveces, hasta que nos da el arrebato de limpieza y despeje de armarios y cajones, y cajitas varias, y nos desprendemos de un montón de objetos y enseres que no tienen ninguna utilidad, y nunca la tuvieron, pero están ahi por algo. Un saludo

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  2. los relatos cortos siempre tienen algo que atrapa y entretiene. Me gustó el cuentito. Muy "como la vida misma" porque a todos nos pasa, no tiro esto porque no o lo tiro porque si y luego decimos, para qué lo tiraría. Así somos. No sabía que tenías esta peich. Estoy pensando en hacer una de mis memorias antes de que me dé alzeimer.

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    1. si, empecé un blog hace unos días, con la idea de escribir cuentos cortos, amenos, divertidos, que están basados en hechos reales, en anécdotas propias o ajenas. Tienes que entrar en blogger punto com y empiezas a escribir en tu blog. besos!!

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    2. buen cuento, y pienso igual, me gustan los escritos cortos, a pesar de que me encantaría poder escribir una novela, pero no creo que sea capaz. Lo de H me recuerda a mi suegra, jisis, tenía su habitación y su casa con cuanto "recuerdo" se le antojara a ella o a otros, jejeje. En todo caso, todos tenemos algo de H; aunque no todos en el mismo lugar, jejeje. mis felicitaciones, nenita.

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    3. gracias, tía. Recuerdo esa casa, llena de fotos y objetos varios, por todas partes, llena de recovecos. Linda casa

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  3. Genial el cuento, y qué cierto es que al final pareciera que son los objetos que nos rodean, que hemos acumulado por años y años, los que preservan nuestra memoria, le dan sentido a nuestra existencia y, a la postre, nos definen de arriba a abajo y nos explican la esencia de nuestro ser... ;) Besos! <3

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